-¿Eres Dios?- le preguntaba la gente.
-No- respondía.
-¿Eres un ángel?
-No.
-Entonces, ¿qué eres?- volvían a preguntar.
-Estoy despierto.
Para mí, el hecho más impresionante espiritual, intelectual y poética del hombre ha sido el predominio universal de esos momentos de intuición sorprendente que Richard Bucke llamaba "conciencia cósmica". En realidad, no existe una denominación apropiada para este tipo de experiencia. Llamarla mística es confundirla con visiones de otro mundo o con dioses y ángeles. Llamarla espiritual o metafísica sugiere que, al mismo tiempo, no es muy concreta y física, mientras que el término "conciencia cósmica" tiene el resabio poco poético de la jerga ocultista.La persona así iluminada tiene la viva e impresionante sensación de que el universo, tal como es, es tan bueno en su conjunto y en cada una de sus partes que no necesita ninguna explicación o justificación más allá de lo que sencillamente es. La existencia no solamente deja de ser un problema, sino que el acoplamiento recíproco de las cosas tal como son es tan autoevidente y autosuficiente, incluso lo que comúnmente se considera lo peor, que no deja de sorprendernos y resulta díficil encontrar palabras que expresen la perfección y la belleza de la experiencia. A veces, la claridad y sencillez que se desprende de ello produce la sensación de que el mundo se ha vuelto transparente y está impregnado de una inteligencia suprema. Al mismo tiempo, es común que el individuo sienta que el mundo entero se ha convertido en su propio cuerpo y que-sea él lo que fuere-no sólo se ha convertido en lo mismo que todo lo demás, sino que siempre lo ha sido. No es que pierda su identidad hasta el punto de tener la sensación de ver con otros ojos, de llegar a ser omnisciente, sino que siente que su conciencia y existencia coinciden con la forma de ver temporalmente adoptada por algo inmensamente más grande que él.
El núcleo de la experiencia parece centrarse en la convicción o creencia de que el inmediato ahora, cualquiera que sea su naturaleza, es la meta y el cumplimiento de toda la vida. De esta creencia emana un éxtasis emocional, una sensación de profundo alivio y libertad, y a menudo de un casi insoportable amor por el mundo, el cual, sin embargo, es secundario. Con frecuencia, el placer de la experiencia se confunde con la experiencia y la comprensión súbita que emanan del éxtasis, de forma que al intentar retener los efectos secundarios de la experiencia el individuo no comprende que el inmediato ahora es completo, incluso si no produce éxtasis, ya que el éxtasis es una sensación necesariamente temporal dentro de la constante fluctuación de nuestros sentimientos. Pero la intuición perdura cuando es suficientemente lúcida; la facilidad permanece una vez se ha conseguido una habilidad especial.
Así encontramos distintas expresiones para una misma experiencia de Dios:
"Pareció como si el cielo se abriese y descendieran rayos de luz y gloria. No duró sólo un momento, sino todo el día y la noche, pareció como si mi alma se inundara de luz y gloria y oh, cuál fue la transformación que se operó en mí y en todas las cosas. Mis caballos, los cerdos y todo el mundo parecían transformados". Willian James.
"Era una mañana de principios de verano. Una neblina plateada resplandecía y temblaba entre los tilos. El aire estaba repleto de su fragancia. La temperatura era como una caricia. Recuerdo-no necesito recordar- que me subí a un árbol, me quedé perplejo y me sentí de repente inmerso en ELLO. No lo llamé así. Las palabras eran innecesarias. Ello y Yo éramos sólo uno". Bernard Berenson.
De acuerdo con lo que dijo un sabio yogui, el mundo no es malo sino tu actitud hacia él. Si la creación es perfecta, si estás esencialmente iluminado, la pregunta referente a cómo experimentar la iluminación no debe plantearse de la siguiente manera:"¿Qué debo hacer para alcanzarla en el futuro?", sino "¿Qué es lo que estoy haciendo actualmente que me impide darme cuenta de que la tengo ahora mismo?". Ésta es la respuesta: el impedimento reside en todo aquello que se basa en el ego alienante y opuesto a reconocer la inteligencia que vive en todos nosotros, el AMOR, como Dante dice al final de la divina comedia, que es "sobre el cual gira toda creación".
Paradógicamente, la respuesta que buscamos no es otra que lo que ya somos en esencia. Nuestra condición original, nuestro verdadero sí-mismo, es Ser, llamado tradicionalmente Dios, la Persona Cósmica, el Ser Supremo, el Uno en todo.
Por consiguiente, la verdad de toda existencia y toda experiencia no es otra que el escueto aquí y ahora, el presente, la esencia suprema de eso que investiga, lucha y pregunta: Ser. EL VIAJE ESPIRITUAL ES EL PROCESO QUE CONSISTE EN DESCUBRIR Y VIVIR ESA VERDAD. Equivale al ojo que se ve a sí mismo, o, mejor dicho, al Yo viéndose a Sí-Mismo.
"El conocedor y lo conocido son uno solo. La gente sencilla imagina que debería ver a Dios como si Él estuviera allí y ellos aquí. No es así. Dios y Yo somo uno en el conocimiento." ECKHARDT.
Extractos del libro: "Qué es la iluminación". Wats, Huxley, Wilber,etc.. Editorial Kairós.