lunes, 27 de abril de 2009

FINGIR SER LO QUE NO SOMOS.

¿Por qué todo el mundo finge ser lo que no es?
¿Cuál es la razón psicológica?.
Es porque todos están condenados desde la infancia. Cualquier cosa que haga una persona por sí misma, porque le gusta, se considera inaceptable. La gente, la multitud entre la que tiene que crecer un niño, tiene ideas e ideales propios. El niño tiene que encajar en esas ideas y esos ideales. El niño está indefenso.
¿Os habéis parado a pensar en eso? En la infancia, el ser humano es el más indefenso de todo el reino animal. Y naturalmente, los que detentan el poder pueden moldearlo a su antojo.
Y así todo el mundo se convierte en lo que es, muy a su pesar. Esa es la razón psicológica tras el hecho de que casi todo el mundo quiere fingir que es lo que no es.
La mayoría de las personas están esquizofrénicas. Nunca les han permitido ser ellos mismos, les han obligado a ser otros, y su naturaleza no les permite ser felices con esos otros.
Por eso cuando crecemos y nos valemos por nosotros mismos, empezamos a fingir muchas cosas, que nos habría gustado que formaran parte de nuestro ser en la realidad. Pero en este mundo de locos se ha desviado a todo el mundo. Han obligado a cada persona a ser alguien distinto; no son eso, y lo saben. Todos saben que los han obligado a algo: a ser médico, a ser ingeniero, político, delincuente, mendigo. Hay muchas cosas que los han obligado.
En este mundo sólo existe una clase de felicidad, que consiste en ser tú mismo. Y como nadie es como realmente es, todos intentan esconderse de alguna manera, con máscaras, pretensiones, hipocresías. Se avergüenzan de lo que son.
Ser lo que no quieres ser, estar con alguien con quien no quieres estar, hacer algo que no quieres hacer, todo eso constituye la base de los sufrimientos.
Y por una parte la sociedad ha logrado que todos sean desgraciados y por la otra esa misma sociedad espera que no muestres tu sufrimiento, al menos no en público, no a las claras. Es asunto tuyo, algo privado. La misma masa que ha creado las razones de tu sufrimiento acabará diciéndote: “Tu sufrimiento es asunto tuyo, pero de cara al exterior tienes que sonreír. Que los demás no vean el sufrimiento en tu rostro”. A eso lo llaman protocolo, buenos modales, cultura. En definitiva, hipocresía.
A menos que una persona se diga:”Quiero ser yo mismo, cueste lo que cueste. Que me condenen, que me critiquen, que pierda mi responsabilidad…Todo con tal de no seguir fingiendo ser otra persona”. Esta decisión y esta declaración, esta declaración de libertad, de liberarse de la masa, da lugar a tu ser natural, a tu individualidad.
Entonces ya no necesitarás una máscara. Entonces podrás ser tú mismo, tal como eres.
¿Cómo puedo ser yo mismo?
Debería ser lo más sencillo del mundo, pero no lo es. Para ser uno mismo no hace falta hacer nada; ya se es. ¿Qué otra cosa puedes ser? ¿Cómo puedes ser otro? Pero comprendo el problema. El problema surge porque la sociedad corrompe a todo el mundo. Corrompe la mente, el ser. Te impone cosas y tú pierdes el contacto contigo mismo. Intenta hacer de ti algo distinto de lo que estabas destinado a ser. Te aleja de tu centro.
Entonces surge el problema. En el mejor de los casos puedes fingir, pero cuando finges nunca te sientes satisfecho. Quieres ser tú mismo, algo muy natural, y la sociedad no te lo permite. La sociedad quiere que seas un impostor. NO QUIERE QUE SEAS AUTÉNTICO, PORQUE LAS PERSONAS AUTÉNTICAS SON PELIGROSAS, REBELDES. A LAS PERSONAS AUTÉNTICAS NO SE LAS CONTROLA TAN FÁCILMENTE, NO SE LES PUEDE IMPONER UNA DISCIPLINA. LAS PERSONAS AUTÉNTICAS VIVEN SU REALIDAD A SU MANERA: VAN A LO SUYO, SIN DAÑAR.
Por eso la sociedad distrae al niño: le enseña a ser otro. Y el niño aprende poco a poco a fingir, a ser hipócrita. Y un día(qué ironía) esa misma sociedad empieza a decirte: ¿Qué te ha pasado?¿Por qué no eres feliz?¿Por qué tienes esa cara de sufrimiento?¿Por qué estás triste?.
Me preguntas:”¿Cómo puedo ser yo mismo?”. Olvídate de pretensiones, olvídate de ese afán por ser otro. Deja la competición y las comparaciones, y serás tú mismo. Eres único. Nadie es como tú, nadie ha sido como tú ni nadie lo será. Eres sencillamente único, y cuando digo que eres único, recuerda que no me refiero a que seas mejor que los demás. Respeta tu singularidad y olvídate de las comparaciones.
LAS PERSONAS FELICES APORTAN ALGO A LA EXISTENCIA; POR EL SIMPLE HECHO DE SER FELICES CREAN VIBRACIONES DE FELICIDAD.
Extracto del libro de Osho: “Alegría. La felicidad que surge del interior”. Editorial Planeta de Agostini.

miércoles, 8 de abril de 2009

DESTINO Y LIBRE ALBEDRÍO.

" A veces desnudos, a veces locos,
Ahora como erudito, ahora como tonto,
Así aparecen en la tierra...
¡Los hombres libres! ".
Poema indio.
" Los que buscan felicidad no la encuentran porque no entienden que el objeto de su búsqueda es el que busca. Decimos que son felices los que se han "encontrado en sí mismos" porque el secreto de la felicidad está en el antiguo dicho:" Conviértete en lo que eres". Debemos hablar en paradoja porque pensamos estar separados de la vida y, para ser felices, debemos unirnos a ella. Pero ya estamos unidos y todas nuestras acciones son sus acciones. La vida nos vive, nosotros no vivimos la vida. Pero de hecho no hay ningún "nos" aparte de la vida que así la vida puede "vivir". No es que seamos instrumentos pasivos de la vida, como creen los fatalistas, porque sólo podríamos ser herramientas pasivas si fuéramos otra cosa que vida. Si uno se imagina a sí mismo separado de la vida, en guerra con ella, imagina ser su herramienta pasiva y por lo tanto es infeliz.
Pero a decir verdad, acción y pasividad son uno y el mismo acto, y la vida y nosotros somos una y la misma cosa. Esta verdad de la filosofía antigua está más allá de nuestra lógica, pero el que la entiende es un sabio y el que no es un tonto. Aunque, curiosamente, el tonto se convierte en sabio si se da libertad para ser tonto. Entonces su dicha no conoce límites y él "camina libremente a través del universo". Se podría denominar a esto la complejidad de lo muy simple. Y esto, sin el uso de términos técnicos, es la respuesta de la sabiduría oriental al problema más díficil del pensamiento occidental: el problema del destino y del libre albedrío.
Inevitablemente, la búsqueda de libertad espiritual nos lleva a ese antiguo acertijo. Porque, se preguntará, ¿ no es la aceptación total de la vida simplemente el fatalismo más completo?, ¿No significa la enorme sensación de irresponsabilidad que surge del conocimiento de que no sólo nuestras acciones y circunstancias, sino también nuestros mismos pensamientos y sentimientos, son los actos de la vida o del destino, y da lo mismo que dejemos de preocuparnos por ellos?. El fatalismo es la doctrina del total sometimiento del hombre al destino, pero siempre se plantea una extraña objeción: "Si todo el mundo creyera que todos sus pensamientos y acciones están inevitablemente preordenadas por el destino, entonces la gente se comportaría exactamente como desea". En otras palabras ¡se haría peligrosamente libre!


Para el fatalista, cuando se nos presenta una elección de acciones, nuestra decisión no está determinada por un acto libre de la voluntad sino por el número indecible de factores que componen nuestro ser en ese momento: impulsos hereditarios, reflejos instintivos, educación moral, etc..

En cambio, para la filosofía oriental la relación entre uno mismo y la vida, el destino, ya no es una cuestión de impulsado e impulsor, de agente pasivo y de poder activo. La experiencia del hombre se hace completa cuando ve la actividad de la vida como un todo en él mismo como es ahora, cuando comprende que no hay ninguna diferencia entre sus propios pensamientos y acciones como son en este momento y la naturaleza del universo. No es que la vida lo esté haciendo pensar y moverse como cuando uno tira de las cuerdas de un títere, es antes bien que los pensamientos y acciones del hombre son al mismo tiempo sus propias creaciones y las creaciones de la naturaleza impersonal. La volición del hombre y la actividad de la naturaleza son dos nombres para una y la misma cosa, porque las acciones de la vida son las acciones del hombre y las acciones del hombre son las acciones de la vida.

Aquí no hay ninguna duda en cuanto a quién es el impulsor y quién es el impulsado, porque el hombre vive su vida mediante el mismo poder con que la vida vive al hombre. Es por esto que la aceptación total, que parece ser una respuesta a la esclavitud, es en realidad una llave para la felicidad, porque cuando se acepta lo que se es ahora se es libre para ser lo que se es ahora, que es por lo cual el tonto se convierte en sabio cuando se da libertad para ser tonto. En verdad, siempre estamos en libertad para ser lo que somos ahora y sólo el falso orgullo nos impide verlo. Por lo tanto, la aceptación es actividad y pasividad en uno. Como pasividad es aceptarnos a nosotros mismos, nuestros deseos y temores como movimientos de la vida, de la naturaleza y del inconsciente. Como actividad es permitirnos ser libres para ser nosotros mismos y para tener nuestros deseos y temores. Con lo cual el ego y el inconsciente, el hombre y la naturaleza, uno mismo y la vida se ven como dos bailarines que se mueven en una armonía tan estrecha que no se puede saber cuál impulsa y cuál responde, cuál es el participante activo y cuál es el pasivo. Es posible tener sentimientos de plenitud no sólo en raros momentos de percepción sino también en la vida cotidiana, y esto se produce en cuanto comprendemos que todas nuestras actividades son tanto actividades de la naturaleza y del universo como la rotación de los planetas, el discurrir de las aguas, el rugido del trueno y el soplar del viento ".
Extracto del libro de Alan Watts: "EL SENTIDO DE LA FELICIDAD". Editorial IBIS.